Descripción
¿Más de una vez se ama en la vida? ¿El amor en la vejez es menos doloroso que en la juventud? Lourdes, de casi 83 años, padece la incertidumbre de la ruptura a diario. Gonzalo no cesa de poner a prueba sus emociones. Se acerca su cumpleaños. Piensa en que no podrá festejarlo como tampoco pudieron su abuela ni su madre. Fatídica cifra para los mujeres de su familia. Morir sin verlo le angustia. Nunca ha dejado de saludarla. Ha cumplido con hacerlo cada año pese a la distancia u ocupaciones.
Hace varias noches que Gonzalo no vuelve a casa. Teme que el final asome inminente. «¿Quizá ya todo ha acabado?», se pregunta mirando la calle desde su azotea. Volvió una y otra vez de sus correrías, pero en esta ocasión demora en hacerlo. No hubo antes ninguna que lograra remecer su inestable relación, pero eso no garantiza nada. Por eso su fe es una llama débil expuesta al viento. La duda que ardía en su pecho era si aquella de piel joven podrá arrancarlo de su lado. Ese pensamiento hiere su ego de mujer enamorada. Sufre contemplando la actitud indiferente de su gata, que danza a su ritmo. Mikita selecciona sus afectos con interés. Dando en la medida que recibe.
Tres hombres le dieron su amor y ella los amó. Pero solo por uno esperó viviendo en paralelo su realidad. Creyó que era el definitivo, sin embargo, el destino volvió a poner en su camino al que no supo amarla como ella quería. La diferencia de edades se impuso con el tiempo. Ya no la deseaba, pero volvía cada noche para compartir el lecho. Su amante estaba a punto de abandonar el vals.